lunes, 21 de abril de 2008

CAPITULO XXXI.- La caridad en acción: los desastres de la guerra.



“LORENA, UN PAÍS ENTRE DOS FUEGOS”
Francia entra en la guerra de los 30 años en 1635. Se le conoce también con el nombre de “guerra fría”. Tal situación suscitó la protesta de la opinión francesa, tendiendo más bien a un acuerdo con España. Y así fue, pero no por mucho tiempo. El foco de atención entre 1636 y 1643, uno de los principales escenarios de la guerra fue el ducado de Lorena. Para el colmo de males, desde 1552 encerraba dentro de su territorio 3 ciudades episcopales: Metz, Toul y Verena, incorporadas a Francia. Etnica y lingüísticamente, Lorena era en parte francesa y en parte alemana. Su situación geográfica y estratégica la hacían igualmente apetecible para los dos continentes.
“SOLA LOTHARINGIA IEROSOLYMAN CALAMITATE VINCIT”
Todas las furias del Apocalipsis se desataron sobre el infeliz ducado:
a) suecos, luteranos fanáticos profanaron lugares y objetos sagrados (600 iglesias, robaron cálices, derribaron altares, quemaron reliquias, pisotearon las formas consagradas.
b) Los croatas del duque (lorenenses) y los imperiales perseguían a los lorenenses “traidores”, arrasando cosechas e incendiando poblados.
c) El paso de las tropas dejaba a su paso cadáveres de hombres y animales. Se aplicaban los más refinados tormentos. Hubo hombres quemados a fuego lento para sacarles dinero o víveres; a otros se les cortaron los brazos o las piernas; unos más fueron golpeado hasta reventar. No se perdonaba a mujeres y niños.
La peste y el hambre: Consumaban la obra destructora. La escasez de alimentos era grande; los animales muertos eran devorados con avidez. Se habló de madres que se habían comido a sus hijos, de un hombre que había matado a un hermano suyo por un pan de munición…El Jesuita Caussin, confesor de Luis XIII expresaba: “Sólo la Lorena supera a Jerusalén en calamidades”.
“MONSEÑOR, DÉLE LA PAZ A FRANCIA”

Las primeras noticias sobre la desolación de Lorena las recibió Vicente de los misioneros de la casa de Toul (1635). Los misioneros sin esperar ordenes, se habían puesto al servicio de los damnificados, convirtiendo su casa en hospital.
Vicente supo inmediatamente las dimensiones de la catástrofe. La operación de socorro tenía que ser proporcionada a las necesidades. Vicente tuvo aquí su primera intervención política: un día fue a visitar al cardenal Richelieu; le expuso la miseria causada por la guerra, los sufrimientos del pueblo y los pecados que por la guerra se cometía. Richelieu sólo le dio una respuesta político-diplomática.
Vicente comprendió que tendría que actuar por su cuenta.
- Puso a la comunidad en estado de penitencia
- Al comienzo de la guerra contra España mandó suprimir un plato de la comida.
- Hizo que sirviera sólo pan negro….La orden se mantuvo durante 3 o 4 años.
Pese a estos esfuerzos, el socorro eficaz superaba por mucho los ahorros de los misioneros. El horror y las necesidades iban en aumento. Cada vez se hacía más evidente un «gran movimiento de ayuda». Hacían falta 4 cosas: recaudación de fondos, cauces de distribución, información sobre las necesidades y servicio de enlace.
RECAUDACIÓN DE FONDOS:

Las damas de la Caridad se encargaron de la recaudación proveniente de diversas fuentes:
- De las mas altas instancias (como el rey) con destino a los religiosos y religiosas, que figuraban entre los mas necesitados.
- La Duquesa de Aiguillon regaló tapices y lienzos, así como donativos metálicos…Todos los donativos eran pocos para las necesidades crecientes.
La tenacidad de Vicente y de las damas sacaron a flote donantes anónimos para sacar adelante la empresa, sin embargo Richelieu pensaba que el rey no tenía por qué continuar la ayuda a los damnificados.

LA DISTRIBUCIÓN DE SOCORROS

La distribución de las limosnas fue obra de los misioneros. Vicente añadió 12 de sus mejores sacerdotes y clérigos, acompañados por 1 hermano entendidos en cirugía y medicina.
- Redactó para ellos un reglamento
- Los establecieron por parejas en 7 puntos estratégicos: Toul, Metz, Vedún, Nancy, Pont á Mousson, Saint Mihiel y Bar-le-Duc, desde donde atendían zonas circunvecinas.
- Para la supervisar el trabajo, Vicente puso como visitador al P. Dehorgny.
La ayuda fundamental consistía en: Alimentos, pan y sopa, medicinas y vestido.
El procedimiento de distribución: Era uniforme en todas partes. Cada semana: «recorrían» - «se informaban» - «redactaban» - y - «reunían» a los pobres para evangelizarlos y catequizarlos y ayudándoles a bien morir.
Los centros estables: Eran atendidas necesidades de todo género. Las cartas de los misioneros, los informes y los testimonios nos permiten hacernos una idea de la labor asistencial desarrollada por los misioneros:
- Pan y potaje a unos 500 o 600 hombres
- Unos estaban tan hambrientos que murieron al recibir el primer bocado
- La gente comía culebras y caballos muertos
- El hambre multiplicaba el número de enfermos: unos eran alojados en los centros y otros recogidos en hospital.
- Se atendía también a los que se quedaban en sus casas.
- Se cuidaba mucho la dieta de los enfermos; mejor atendidos que los pobres.
- Existían también los pobres vergonzantes, expresión de la época para designar a los pobres que habían pertenecido a una posición de status, y que se sentían disminuidos para manifestar su necesidad.
- La falta de ropa era muy grave; con la ropa inservible, se fabricaron vendas para los heridos.
- Las jóvenes se veían obligadas a vender su virtud (su honor) por un pedazo de pan o un poco de dinero
- La miseria de las religiosas de clausura era angustiante. Por más que hacían sonar sus campanas, nadie acudía a socorrer sus necesidades. La caridad de Vicente hacia los conventos (52) y monasterios quedó documentada: anunciadas, clarisas, dominicas, hijas de San Francisco, benedictinas, salesas, carmelitas, magdalenas y Congregación de Nuestra Señora. Además de recibir dinero recibieron también especies: mantas, muebles, hábitos, ropa, medicinas, etc.
La ayuda espiritual: No faltó la ayuda espiritual, la cual corrió a la par que la corporal. Los misioneros dedicaban largas horas a la predicación, la catequesis y la administración de los sacramentos:
- Un misionero ayudó a bien morir a más de mil personas: ¡cuántas almas van al paraíso gracias a la pobreza!, comentaba.
- Un misionero cayó enfermo de tanto trabajo.
La campaña de Lorena fue una de las muestras más logradas del ejercicio simultáneo de la misión y la caridad.
“BASTA QUE DIOS CONOZCA NUESTRA OBRAS”: EL SERVICIO DE PROPAGANDA.

Los informes llegaban puntualmente a San Lázaro. Vicente había ordenado a los misioneros que reclamasen el recibo de las limosnas que entregaban. No quería que se les extendieran certificados de elogio, sin embargo no faltaron: le proclamaron padre de los pobres y salvador de su país. Pese a la repugnancia de Vicente a estas expresiones, decidió sacar provecho de esa masa de informes para montar un servicio de «Propaganda» y obtener así nuevas ayudas.

- Todos los meses leía a las damas de París el balance de los socorros distribuidos, animándoles a perseverar en el esfuerzo: “quedan llenas de consuelo”.
- Las cartas eran distribuidas para despertar la compasión de los ricos con el relato de tantas miserias y para consolar a los bienhechores con los dichos efectos de sus limosnas.
- Las cartas corrían de mano en mano...lo que multiplicaba sus efectos. Desgraciadamente no contamos con ninguna.

“SE IMAGINAN QUE SU CUERPO NO ES DE CARNE”

Vicente era sin duda el motor que impulsaba todo este despliegue caritativo. Lo había inculcado muy bien a sus misioneros, quedando expresado en el P. Germán: “Sufrió mucho en su enfermedad…Nunca le oímos decir ni una palabra que demostrara la menor impaciencia. Todas sus conversaciones reflejaban una piedad poco común. El médico nos decía con frecuencia que nunca había tratado a un enfermo tan obediente y tan sencillo. Comulgó muchas veces durante su enfermedad…600 o 700 pobres que acompañaron su cuerpo, todos con un cirio en la mano, llorando con tanta pena como si asistiesen al funeral de su propio padre. Los pobres le demostraron de esta forma su gratitud por haber contraído esa enfermedad al curar sus males y al aliviarles en su pobreza; siempre se le veía con ellos y no respiraba otro aire que su mal olor. Oía sus confesiones…Lo hemos hecho enterrar junto al confesionario donde contrajo su enfermedad…Su enfermedad se ha debido a su trabajo excesivo y a su largo trato con los pobres. El día antes de Navidad estuvo 24 horas sin comer y sin dormir, ya que no dejó el confesionario más que para decir misa. Sus padres…se imaginan que su cuerpo no es de carne o que su vida no tiene que durar más que un año”. (p. 526).

“NUESTRO HERMANO MATEO HACE MARAVILLAS”: EL SERVICIO DE ENLACE.

El hermano Mateo Regnard era conocido como el «zorro» por su astucia en sus aventuras como emisario. Se contaba de él los grandes peligros que sorteo, sus viajes y peripecias…Siempre logró evadirse. Las «aventuras del zorro» empezaron a hacerse legendarias. Los croatas, en una firme determinación de cobrar venganza expresaron cuando se les escapó: “O Dios o el diablo se lo han tenido que llevar por encima de los bosques”.

El mismo Mateo llegó a decir: “…logré salir de tantos peligros, por una especial protección de Dios y por las oraciones del Sr. Vicente”. Vicente a su vez decía: “Nuestro hermano Mateo hace maravillas…según la gracia especialísima que le ha dado nuestro Señor”.

LOS EXILIADOS

El socorro no se limitó a Lorena. Las guerras ocasionaron un éxodo de miles de personas de todas las edades y de todas las clases sociales. Mucha gente se encaminaba a París. Vicente tomó cartas en el asunto atendiendo a los más desamparados: las jóvenes y los niños.

Fue el hermano Mateo el encargado de conducir a París a aquel torrente humano. En la imposibilidad de salvarlos a todos, sus preferencia se dirigían hacia los más débiles o los más amenazados:

- Las jóvenes, especialmente las mejor formadas, ya que eran el primer blanco de los soldados. Eran alojadas provisionalmente en la casa de los niños expósitos y luego colocadas como doncellas o criadas en las mejores casas.
- Los exiliados adultos recibían asistencia espiritual y material.

¡Todos a San Lázaro¡ Los parientes y párrocos los encaminaban a San Lázaro: ¡El asilo de los afligidos!.

En la Chapelle, a las puertas de París y no lejos de San Lázaro, se estableció un campamento de refugiados. Vicente hizo que sus sacerdotes y los de las conferencias de los martes les predicaran 3 misiones. Un buen número de refugiados eran nobles arruinados por la guerra, cuya condición les impedía, por dignidad, solicitar la asistencia pública. Vicente se las ingenió para hacerles el bien sin ofender su susceptibilidad.

Reunió en San Lázaro un pequeño grupo de caballeros de la nobleza amigos suyos y les expuso el problema. Los reunidos crearon una asociación, comandada por el baron de Gastón de Renty, cuyo cometido sería investigar el número de refugiados y sus necesidades.

El primer domingo de cada mes se celebraba una junta para revisar la situación, poner al día la lista de necesidades y cobrar cuotas. En una ocasión faltaban 200 libras para ajustar lo acordado…y Vicente pidió al ecónomo que ofreciera el dinero de la comunidad, a lo cual aceptó, pero a regaña dientes. Al día siguiente, uno de los caballeros que había oído la conversación entre el superior y el ecónomo, envió a San Lázaro una limosna de 1000 libras. La confianza de Vicente en la divina Providencia no quedaba defraudada.

Las limosnas eran repartidas discretamente por los mismos socios. La asociación funcionó durante 7 u 8 años, hasta que empezaron a remitir las tribulaciones de Lorena. Aun entonces, Vicente se ocupó de que se pagara a los refugiados el viaje de vuelta y se les diese una ayuda para hacer frente a los primeros gastos.

BALANCE FINAL

La asistencia sistemática a Lorena se prolongó hasta 1643. Según los cálculos del hermano Regnard, el total de dinero repartido en Lorena fue 1, 500.000 libras. Otros opinan que 2, 000.000 libras… No importa. Lo cierto es que la caridad no se mide sólo en cantidad. La asistencia a Lorena significó mucho más. Vicente se había revelado como un genial organizador y un verdadero hombre de Estado. Su nombre saltó de los círculos estrictamente religiosos a los ambientes en que se decidían los destinos públicos. Todo el mundo se dio cuenta de que tenía en sus manos una maquinaria capaz de afrontar con éxito las más graves catástrofes. No tardaría en llegar la ocasión de ponerla de nuevo en funcionamiento.

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